En eso estamos de acuerdo. En que se burlen del camello
y nos miren con desdén por nuestra cojera,
que guarden sus fideos en el portafolio
cuando se trata de invitarme a ver el mar
desde un barco hundido en el fondo del océano.
De eso se trata el egoism
de un carapacho de tortuga de calcio y desprecio
que la sociedad arrastra en la suela de sus zapatos;
el carapacho nutrido de miradas compasivas
en una calle donde asesinaron a dios,
como si alguien la empinara
para hacerme caer otra vez en el embudo.
Tus pies no sirven para pisotear las uvas.
Eso dicen.
Antes, con los pies planos
solo me libraba del ejército,
y miren por dónde.
También un pájaro vuela y vigila cuando cago,
cuando sueño lo sustituyo por un cisne
pero cómo puedo dormir de día que es cuando
la ciudad se mueve y abre sus...

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