El subtítulo de esta obra expresa su contenido mucho mejor que el título, aunque del imaginario del conquistador aquí sólo se traten algunos aspectos relativos a su manera de entender la sexualidad. Un amplio recorrido por las crónicas indianas del siglo XVI, especialmente las de Nueva España, permite al autor mostrar los pasajes que describen la vida y costumbres sexuales de los indios. Mas que dar a conocer los hábitos de los naturales en este terreno, lo que el autor busca es indagar la actitud de los españoles laicos—no la de los eclesiásticos, que tiene otros fundamentos y perspectivas—ante tales comportamientos, tenidos generalmente por reprobables. Pierre Ragon pretende en realidad explicar lo que bien podemos llamar “la visión de los vencedores.” El autor menciona con todo énfasis en las páginas iniciales el enfoque de Todorov—el descubrimiento de una cultura por otra—y la obra de Baudot sobre los primeros cronistas de México.
De las tres partes de extensión bastante semejante en que se divide el libro, la primera trata de los indios sodomitas; la segunda, de las míticas amazonas supuestamente existentes en distintos parajes de América; y la tercera de los indios lúbricos o flemáticos—según la doble y contradictoria valoración que, con el transcurso del tiempo, hicieron de ellos los españoles. En último término, son los rasgos de la cultura europea renacentista los que el autor quiere poner de manifiesto. En esta cultura se mezclan los principios de moral cristiana con la ciencia y el pensamiento de la antigüedad clásica. Por eso Ragon, para comprender la actitud de los informantes españoles, ha de recurrir a Hipócrates, Galeno, o Herodoto, junto a las historias de las Cruzadas, los textos conciliares, o los tratados de moral.
La mayor parte de la obra toma como punto de partida las relaciones de la conquista de México y de sus primeros tiempos coloniales, pero en ocasiones, y sobre todo tratando del tema de las amazonas, el autor amplía el campo de observación a buena parte de América del Sur. Sus comentarios se apoyan en una abundante bibliografía no estrictamente americanista, puesto que en ella tienen lógicamente cabida una serie de estudios sobre las ideas y las costumbres amorosas de los europeos, desde la antigüedad hasta los tiempos modernos. Echamos en falta en ese repertorio el bello y clásico estudio de Alberto Mario Salas sobre el mestizaje, tema estrechamente vinculado con el de Ragon, y que fue también tratado recientemente por Ricardo Herren. Pero el mestizaje, que nunca es aludido en la obra que comentamos, parece haber sido un aspecto de la colonización y las costumbres amorosas ibéricas poco o nada compartido por los otros colonizadores europeos.
Estos “amores indios” de los que nos habla Pierre Ragon resultan ser, finalmente, tres tópicos de la interpretación del indígena por el español en el siglo XVI, nacidos de las primeras y confusas informaciones sobre las culturas del Nuevo Mundo, y que pierden interés conforme la realidad se abre paso, los mitos gradualmente se desvanecen, y el europeo en contacto habitual con los nativos sometidos termina por atribuirles ese carácter “flemático” que parece el rasgo fundamental del indio colonizado. Pierre Ragon ha realizado un gran esfuerzo para mostrar esa evolución, en la mente del español, desde el asombro y la extrañeza iniciales, hasta la aceptación como cosa natural de las diferencias que constituyen al indio en inferioridad.