A pesar de la opinión generalizada que propios y ajenos adjudican a la iglesia católica y que ésta última contribuye a complicar al deciarse dogmáticamente como “una”, el autor, analizando el caso del catolicismo mexicano durante el porfiriato, logra demostrar que este se conforma por diferentes opciones sociopolíticas frente al proceso de la sociedad secular, determinadas por circunstancias de tiempo, lugar, condición de clase, a las que al mismo tiempo corresponden también diferentes prácticas religiosas y sobre todo diferentes perspectivas de lo que era, había sido y debía ser la iglesia frentes a las “nuevas realidades” (Rerum Novarum).
El período estudiado corresponde al momento en que está por culminar un proceso orientado a una conciliación entre la iglesia mexicana y el estado liberal de Porfirio Díaz, proceso que implicó marchas y contramarchas, acuerdos y desacuerdos entre los mismos católicos ante tal posibilidad y que vino a ser recuestionado, por la promulgación de la encíclica Rerum Novarum el 1 de mayo de 1891. Este documento puso sobre el tapete la cuestión social “realidad que los liberales estaban empeñados en negar y algunos católicos—conservadores o liberales—estaban decididos a ocultar”. De esta manera, se fortaleció un tercero en discordia, el catolicismo social mexicano.
Pero esta historia, como toda historia del catolicismo latinoamericano, es incomprensible sin tomar en cuenta que se inscribe en un contexto más amplio de carácter internacional y que abarca tiempos mayores marcados por la irrupción de la alternativa católica frente a la modernidad.
El autor muestra que las transformaciones ocurridas, en los siglos XIX y XX, en el catolicismo europeo y latinoamericano juegan como un telón de fondo. Todo el movimiento católico, europeo y latinoamericano, surgido frente a la modernidad y que genéricamente se ha conocido como catolicismo social, estuvo conformado por varias ramas: el catolicismo liberal, el catolicismo intransigente que se contrapone al primero y que ante la necesidad de respuesta ante el avance del estado liberal y de “la cuestión social” se dividió en otras tres vertientes que conforman el catolicismo social: (a) la tradicionalista, (b) la social, y (c) la demócrata cristiana.
La riqueza del texto de Manuel Ceballos es el conocer a fondo este proceso del catolicismo europeo estudiado ampliamente por Roger Aubert, Emile Poulat, René Rémond, y Jean Marie Mayeur, y saberlo utilizar para explicar las opciones del catolicismo mexicano mostrando que estas fueron deudoras tanto de sus propios principios y contradicciones, como de las circunstancias y contradicciones de la sociedad porfiriana.
Su trabajo si bien no es pionero en plantear la temática en el contexo latinoamericano—puesto que ya los estudios para Argentina de Nestor T. Auza y Fortunato Mallimaci y para Brasil los estudios de Charles Antoine, habían incursionado en el análisis de la manera como el catolicismo latinoamericano se enfrentó a la modernidad, surgida de los estados liberales positivistas finiseculares—es una investigación de primera línea puesto que con base en material documental inédito logra recuperar toda la sutileza y las contradicciones al interior del catolicismo lo que nos permite afirmar que el disenso y no el monolitismo es su característica mayor.