El propósito explícito de esta obra es "examinar y evaluar las rebeliones indias en el norte de Nueva España en los años 1680-1786 en términos de rebeliones indias específicas, política indígena de España y relaciones entre españoles, mestizos de la frontera, e indios". Sin embargo, los cuatro primeros capítulos (67 páginas) se ocupan preferentemente del desarrollo de la frontera de México durante los siglos XVI y XVII, y sólo los capítulos 5 al 9 (págs. 69-131) se refieren a la época indicada en el título. Los hechos analizados ocurrieron casi siempre en Nueva Vizcaya (hoy Durango y Chihuahua) y Sonora, y secundariamente en Nuevo México, con alusiones ocasionales a las otras provincias (así, el grave episodio de San Sabá, en la actual Texas, en 1757-58, no es mencionado). El análisis es más detallado a partir de la visita de Rubí y la publicación del reglamento de presidios de 1772. La documentación manejada procede fundamentalmente del Archivo General de Indias (Sevilla), y en menor medida del Archivo General de la Nación (México) y de los de Nuevo México y Parral (Chihuahua). Se cita también una considerable bibliografía, y se han manejado varias tesis doctorales inéditas.

El trabajo del Profesor Salmón es un estimable intento de síntesis del desarrollo de las relaciones hispano-indígenas dentro de y en el borde de las tres gobernaciones citadas. Las sublevaciones y las campañas de represión son registradas junto con las invasiones de tribus del exterior y las represalias ejecutadas por los colo-nos y soldados de la frontera, así como la acción de los misioneros, inductores de un cambio cultural dirigido. Se pone énfasis en las tácticas españolas, a veces de guerra “a sangre y fuego”, otras de “comprar la paz”, de dividir a los indios y de enfrentar a unas tribus contra otras. No hay una explicación del término resistencia, sea a la dominación política española, o a los nuevos moldes culturales, aunque Salmón indica que esta misma incertidumbre se advierte en los líderes rebeldes.

De la experiencia de más de dos siglos (1546-1786) mostrada por el Profesor Salmón, que lógicamente corresponde a una gran variedad de situaciones, parece deducirse que los movimientos indios de protesta se debieron casi siempre a los abusos de los colonos en sus demandas de tierras o mano de obra, y a los conflictos entre las autoridades civiles y los misioneros españoles. El fracaso de esos mismos movimientos se debería a la incapacidad del guerrero indio, individualmente habilísimo, para combatir en grupo; a la escasez de grandes líderes indígenas; y a la imposibilidad de lograr coaliciones o confederaciones duraderas entre las diversas tribus para presentar un frente único. Estas y otras interesantes sugerencias expresadas en la obra merecerían una más detenida discusión.