La guerra entre los Estados Unidos y México fue tan importante para los dos países que no deja de sorprender el haber merecido tan pocos estudios. En alguna otra ocasión yo lo atribuía a la mala conciencia en el caso de los norteamericanos y al sentimiento de profunda frustración ante un fracaso tan grande, en el de los mexicanos. Por fortuna hay anuncios de que tanto los historiadores mexicanos como los norteamericanos empiezan a salir de la tradicional trampa de repetir errores, sin volver a las fuentes de primera mano.

Brack nos hizo esperar largo tiempo por su libro, y parece haber cambiado algunas de sus primeras impresiones. Las fuentes primarias son amplias: periódicos, correspondencia y relatos de políticos e influyentes de la época y panfletos. Es una lástima que la investigación se haya efectuado antes de que fuera posible consultar los Archivos de las Secretarías de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional. Sólo en la bibliografía complementaria mexicana notamos la ausencia de varios libros importantes, sobre todo el de Valadés Orígenes de la República Mexicana (1972). No obstante el tema ha sido bien trabajado y el resultado es excelente.

El libro presenta un buen relato de la historia mexicana, entre 1821 y 1846, entrelazado con la del proceso de las opiniones mexicanas sobre su vecina del norte. El punto de partida es 1821, con todas sus ambivalencias. México no sólo veía al norte con admiración por sus éxitos, también muchos de los hombres ilustrados lo veían como modelo. La actitud también ambivalente de la república norteña, al retrasar el reconocimiento hasta 1823 y el envío del primer embajador hasta 1825, despertaron las sospechas mexicanas. Éstas crecerían con la turbia gestión de Poinsett, se agravarían con la de Butler, y se tomarían en abierta hostilidad a partir de la independencia de Texas.

Brack sigue la maraña que conduce a la guerra inevitable. Reconoce que la guerra fue iniciada por Polk y explica el belicismo mexicano en el temor al racismo norteamericano y a una extinción cultural a manos de los anglosajones protestantes. El autor sabe distinguir ese belicismo popular de la actitud cautelosa de los diversos gobiernos, suficientemente conscientes de la debilidad mexicana. El mismo Paredes actúa porque no tiene otro remedio; por un lado la invasión se había iniciado y por el otro, el pueblo pedía la guerra.

Al mostrar las numerosas contradicciones en las relaciones entre los dos países, se aclaran muchos puntos obscuros. Por supuesto aquí y allá tenemos desacuerdos. Por ejemplo, él atribuye la desunión ante la invasión extranjera a la división interna que había retardado el fortalecimiento del nacionalismo. Nosotros consideraríamos la división una consecuencia de varios factores. El estado mexicano nació débil, más que por la simple división política, por la bancarrota económica. El capital había empezado a emigrar rumbo a la península desde el decreto de 1804, había continuado con los préstamos voluntarios y forzosos de 1808 a 1814 y la fuga de capitales de españoles descontentos con la revolución de 1810 a 1815. La discordia a veces se originaba en una simple falta de pago de sueldos, otras en las diversas opiniones sobre las maneras de obtener dinero. Tanto conservadores como liberales hicieron incursiones a las arcas de la Iglesia, y casi siempre las encontraron vacías. Para colmo el federalismo a ultranza de estos años desafió dos constituciones centralistas. Las mismas autoridades nombradas por el centro, al llegar a su destino no lo obedecían. Este fenómeno regionalista venía de atrás. El supuesto centralismo español no sólo tenía sus excepciones en la misma península, sino que además tropezó siempre con las grandes distancias. De esa manera un estado fundado sobre una población tan heterogénea que de por sí, necesitaba mayor tiempo para crear un sentimiento nacional, encontró fuertes obstáculos en el regionalismo y en la endeble hacienda pública.

No nos cabe duda que Mexico Views Manifest Destiny interesará a todos los intrigados ante esa turbulenta época de la historia mexicana, y que encontrarán su lectura grata y provechosa.