Como lo dice D. Daniel Cosío Villegas en sus palabras preliminares,” este grueso volumen de la reunión de Oaxtepec demuestra que “puede y debe ser internacional el interés por la historia de México, alternando en las catorce secciones Mexicanos, Norteamericanos y Europeos, a través de sus ponencias, comentarios, relatorías o mesas redondas. “Signe des temps”? aparecen también en la obra un marcado interés por los temas de historia contemporánea de los siglos XIX y XX—aunque haya importantes ponencias sobre épocas anteriores—así como una participación creciente de jóvenes historiadores que ocupan un lugar destacado en las ponencias y discusiones, al lado de los mayores. Al escoger el tema general de la historiografía, un propósito esencial de los organizadores y ponentes fue señalar los aspectos menos conocidos en la historia de México, y sugerir, orientar o encauzar de este modo futuras investigaciones, aun interdisciplinarias.
El volumen empieza naturalmente por la historiografía prehispánica, a través de la cual H. B. Nicholson, por ejemplo, nos da una útil lista, a menudo crítica, de fuentes documentales escritas (pp. 43-52), así como una bibliografía de trabajos y artículos, algunos poco conocidos. A continuación vienen comentarios importantes de investigadores tan competentes como Miguel León Portilla y otros.
Sobre los siglos XVI y XVII debemos en particular a John L. Phelan una muy densa historiografía de los diversos aspectos de la Conquista en su sentido más amplio, situando y comentando los principales trabajos publicados en el último cuarto de siglo. Con razón insiste sobre algunos aspectos hasta ahora menos cultivados o que se podrían desarrollar, como la historia religiosa (p. 136) o la aculturación. Con humor, Charles Gibson hace al ponente algunas críticas, señalando por ejemplo que entre “many conquests” examinadas sucesivamente, no aparece la conquista militar.
Siguen el siglo XVIII y la Independencia, a los que atañe el importante libro de Enrique Florescano sobre “Precios del maíz y crisis agrícolas . . .," que acababa entonces de salir. Señalemos de paso el documentadísimo estudio global de la Srta. P. Korn, con precisiones y amplias bibliografías sobre los problemas que plantea la época crucial de 1750 a 1810. Siguen interesantes comentarios, entre otros de D. Rafael Moreno, para quien se ponderó demasiado la influencia de los Jesuítas antes de 1767.
Notemos el estudio de la “historiografía local,” que Luis González acaba excelentemente de ilustrar con la publicación de su libro sobre la historia de su pueblo natal, San José de Gracia, en los confines de Michoacán y Jalisco. Haría falta multiplicar estos sondeos regionales o investigaciones de micro-historia, de sumo interés general cuando están concebidos y realizados por historiadores bien preparados. En cuanto a la historia biográfica (cap. VI) ha sido más cultivada en América que en Europa, donde ahora se preocupan con razón de reactivarla, dándose cuenta del peso histórico de las decisiones o innovaciones de unos cuantos hombres—quizá por acontecimientos recientes y de gran trascendencia, tales como el alza del precio del petróleo. Tanto más interesante resultará pues esta parte, obra de H. L. Hamill.
Las dos ponencias sobre el tema general de la vida económica son obra de E. Florescano y de Clark W. Reynolds, ésta última sobre el siglo XX, estudiado por él en un libro más reciente pero ya clásico. En cuanto a la primera ponencia, representa una “mise au point” general insistiendo sobre la necesidad absoluta de cuantificar en las historias del agro, de las industrias, de las clases económicas, etc. . . y señalando la conveniencia y la utilidad de primeras síntesis más amplias. Los comentarios están a cargo de autores particularmente competentes y conocidos por publicaciones recientes: J. Bazant discute el último punto indicado, y Stanley Stein comenta la ponencia en forma muy precisa y detallada.
Bajo la rúbrica “Historia de la vida social en México,” Jean Meyer pasa revista a casi todos los aspectos de la historia contemporánea, desde la rural o la obrera, hasta la militar, la biográfica y la religiosa. Aunque quizá demasiado ambicioso, este ensayo de 32 páginas trae orientaciones y datos bibliográficos muy útiles, particularmente sobre la historia religiosa que conoce muy bien el autor (cuyo importante trabajo sobre la sublevación cristera no había salido todavía). Más reducida y con perspectiva también comparativista, aparece la “sociología histórica” de Frederick C. Turner (autor de The Dynamic of Mexican Nationalism, muy sugestivo), que entre otros puntos comenta nuevos e importantes estudios cuantitativos de la cultura o de la política. Acerca de la historiografía política, centrada en obras esenciales y justamente elogiadas de D. Daniel Cosío Villegas sobre el liberalismo triunfante y la época porfiriana, escriben María de la L. Parcero y Laurens B. Perry (que incluye una lista de fuentes no utilizadas). Con la autoridad que le daba su libro reciente sobre Zapata, J. Womack nos ofrece una interesante historiografía de la vida política durante los últimos diez años. Conectado también con el tema está el capítulo XI sobre las “relaciones internacionales,” que abarca una muy amplia bibliografía.
Luego se tratan problemas más prácticos, como brevemente el de los archivos y bibliotecas en México, por Romeo Flores Caballero, y se incluyen en el volumen tres “mesas redondas.” Una sobre nuevos métodos y técnicas de investigación histórica, incluyendo naturalmente a J. W. Wilkie, autor de un conocido trabajo sobre le época de la Revolución Mexicana. Otras dos, una sobre la historia de las ideas, con algunos puntos concretos (Antonio Caso, etc. . .), y en el cap. XIV la última sobre el importante tema del contenido social de la literatura y las artes—con comentarios sugestivos de Joseph Sommers sobre Mariano Azuela, que personalmente consideramos como un testigo de valor excepcional para la historia de su tiempo.
Naturalmente, en tan breve reseña nos es imposible dar cuenta de la riqueza de información que encierran todas las ponecias e intervenciones, entre las cuales se pueden mencionar las de Josefina Vázquez de Knauth, R. A. Potash, Wigberto Jiménez Moreno, Berta Ulloa, M. S. Alperovich (varios comentarios) W. Borah, etc. . . En total, la Universidad Autónoma de México, el Colegio de México y la Universidad de Texas en Austin, nos ofrecen un volumen ambicioso, pues practicamente lo abarca todo, pero en conjunto muy acertado, con orientaciones y referencias útiles para la investigación, puntualizaciones al día, datos valiosos y aportaciones nuevas en varios y distintos aspectos de la historia mexicana.