Juan Liscano, poeta y prosista venezolano, nos ofrece en su obra, Rómulo Gallegos y su tiempo, no solamente la producción literaria del famoso novelista, sino también la historia política y social de Venezuela, lo que hace de su libro una de las mejores aportaciones a la bibliografía galleguiana. El poeta Liscano piensa, a mi parecer, al igual que el filósofo español José Ortega y Gasset, que no nos encontramos en el aire, sino sobre los hombros de generaciones anteriores. Por esto estudia toda la historia de su nación anterior a Rómulo Gallegos, para conocer a fondo los problemas que le legaron, pues no es posible dictaminar sobre las diversas y complejas reacciones de un escritor, sin conocer a fondo la época que le tocó vivir. Frente a la solución de éstos es que se desarrolla su manera de ser y pensar.

El autor, por su condición de publicista y nacionalidad, se encuentra mejor documentado y preparado que cualquier otro investigador para penetrar en la historia literaria, política y sociológica de su patria. A través de las cuatro partes en que divide el libro, nos lleva de la mano para adentramos en el proceso de gestación de toda la labor literaria de Rómulo Gallegos. Desde el inicio, el lector se da cuenta de la perfecta compenetración entre el biógrafo y el biografiado. El biógrafo nos presenta los principales caracteres galleguianos como símbolos de esa historia tumultuosa y violenta, que no es sólo característica de Venezuela, sino de nuestra América.

Refiriéndose a la época de producción de los cuentos, expresa: “La visión de Gallegos no puede ser más pesimista ni más desesperada.” Tal parece que el escritor se encuentra frente a una crisis semejante a la que hizo exclamar a Simón Bolívar: “He arado en el mar.” Pero, más joven en esos momentos que el Libertador, se toma a la novela para ofrecer a los venezolanos la realidad social de su país, a fin de que sus compatriotas lleguen a conocerse y puedan superar los traumas provocados por los violentos procesos sociales y políticos. El conocimiento de todo esto es lo que nos facilita el libro que comentamos, permitiéndonos comprender en toda su importancia los principales caracteres de sus magníficas obras: La Trepadora, Doña Bárbara, Cantaclaro, Canaima, Pobre Negro, La brizna de paja al viento y Sobre la misma tierra.

Pero Gallegos no sólo nos ofrecerá novelas, sino que, teniendo por norma la idea martiana de “servir” y quien sabe si conociendo la frase de Martí: “de que lo que no hizo Bolívar, falta todavía por hacer en América,” se lanza a la política, pero no en afán de lucro y poderío, sino en servicio a su patria. Este período de la vida del novelista la destaca Liscano en la tercera parte de su libro, titulada: “Préstamo transcendente,” que el nuevo político en el discurso de proclamación de su candidatura llamó: “Cumplir el deber.”

Y este deber fue cumplido a cabalidad, pues aunque fue expulsado del poder por un golpe de estado, dejó grabada para los venezolanos y la posteridad, su imagen de incorruptible, en la contestación que dio al Gobernador de Caracas: “Dígale a su Comandante que hasta el 19 de abril de 1853, en Venezuela no hay sino dos sitios para mí: el palacio presidencial o la cárcel.”

La limitación de espacio nos impide ofrecer una crítica amplia de todos los capítulos de esta excelente biografía, que considero fundamental y necesaria para el completo conocimiento de la obra literaria y política del insigne novelista Rómulo Gallegos, que no le pertenece sólo a Venezuela, sino a toda la América Hispana.