La conmemoración del Sesquicentenario de la Independencia de Venezuela ha sido una oportunidad propicia al enriquecimiento de la bibliografía histórica de esa importante nación americana.
Debemos aplaudir entre los mejores frutos de esta celebración el volumen “Acotaciones Bolivarianas” ordenado por la “Fundación John Boulton,” con valioso prólogo de Manuel Pérez Vila, investigador calificado y devoto en el estudio serio de los papeles del Libertador. El volumen reune “una selección de memoriales dirigidos al Libertador, con las resoluciones dictadas por él al margen de cada uno,” e incluye documentos que van desde 1813 a 1830.
En las breves líneas que de su puño y letra estampaba al pie de aquellos escritos sometidos a su juicio, el Libertador fué dejando estupendas huellas de su carácter, de su sentido justiciero, y sobre todo viva constancia de su infatigable actividad administrativa.
Todavía los historiadores y críticos no han llamado suficientemente la atención sobre la labor de Bolívar como gobernante. El debió dedicar buena parte de su esfuerzo a la creación de un orden político nuevo, a battallar contra poderosos enemigos y al propio tiempo a organizar un régimen moderno y revolucionario. A los asuntos más diversos debió el Libertador consagrar su cuidado, en el historial de sus preocupaciones hallamos desde el preparar los clavos para las herraduras de los caballos de los ejércitos patriotas, hasta el sugerir el modo de enseñar a leer a los niños, y hasta la práctica pedagógica misma de enseñar a comer en la mesa. En un mundo incipiente, desolado, y pobre, todo debió hacerlo Bolívar.
En este valioso volumen de “Acotaciones Bolivarianas” se ilumina esa vasta, distinta, y compleja obra administrativa, labor de magistrado atento y sensible a las solicitudes de su pueblo y de su tiempo. En ocasiones, casos como el del Teniente Ascensión Farreras (págs. 39 y 47 del libro que comentamos), hacen patente el enorme cúmulo de peticiones y asuntos que explica que a seis meses de dispuesta una cosa, el Libertador la haya olvidado por completo.
Su sentido revolucionario inspirado tercamente en la más exigente moral, se revela en su decidida protección a los humildes; en una ocasión, al pie de una demanda, ordena categóricamente el más franco amparo en favor de los indios, “siendo ésta la voluntad del Gobierno porque así lo exige la justicia” (pág. 109).
En el excelente estudio introductorio debido al escritor Manuel Pérez Vila, se hace un concienzudo análisis de la importante materia reunida en el volumen, queremos sin embargo subrayar algunas otras cuestiones. Sobre la pobreza integral de América, y sobre la carencia de medios para realizar la revolución, hecho que por contraste magnifica el empeño de Bolívar, puede comprenderse la frase fulminante con que responde una petición: “Para los soldados no hay sueldo” (pág. 63). Ello debió decirlo quien fué generoso con sus bienes, quien sacrificó su inmensa fortuna a la causa revolucionaria; ello pudo ser dicho por quien siendo millonario, sirvió veinte años a América, gobernó un territorio que en conjunto suma cinco millones de kilómetros cuadrados, y murió totalmente pobre.
El desprendimiento bolivariano fué no solamente de bienes sino también de poder. El debió ocupar muchas veces el primer puesto del Estado pero sólo por conductor del proceso revolucionario; sus renuncias del mando fueron sinceras, debió retomarlo muchas veces ante el hecho cierto del desmoronamiento de la construcción revolucionaria que él auspiciaba. Esta concluyó definitivamente siendo pasto de la voracidad de sus lugartenientes que nunca lo comprendieron. Con diáfana sencillez asienta, al responder a una indebida protesta del Vice-Presidente Santander, la verdad de su agónico desvelo: “Por lo que a mi toca, sólo hago votos al cielo porque la América sea libre y porque yo me vea libre de mandar a Venezuela y Cundinamarea, por las cuales he hecho cuanto ha estado a mi alcance, no para mandarlas sino para constituirlas independientes” (pág. 74).
Para una futura edición de las verdaderas “Obras Completas” de Simón Bolívar habrán de tomarse en cuenta estas “Acotaciones.” Gran servicio han hecho al interés por el auténtico conocimiento bolivariano la “Fundación John Boulton” y el prologuista Pérez Vila. Con fuerza y claridad inusitadas aparecen las ideas de Bolívar en estas lacónicas líneas trazadas directamente por su mano, dictadas por su mente limpia y precisa; véase por último ejemplo, cómo explica la conveniencia de un acercamiento político a la Iglesia, poderoso ingrediente la estabilidad imprescindible para la consolidación de la revolución: “Si en Europa la influencia del clero es mirada con odio, aquí debe considerarse como necesaria a la estabilidad de la Sociedad, que trastornada hasta en sus últimos fundamentos por la revolución, necesita de todo el imperio de la fuerza, de la razón y de la religión para contenerla en los límites del deber” (pág. 100).