La campaña presidencial de 1928 constituyó un momento de particular intensidad, marcado por la figura central de Hipólito Yrigoyen. En un contexto de polarización alrededor de las dos facciones radicales, su candidatura se instaló en el centro de la competencia política. Más allá del mero antagonismo electoral, su figura sintetizó un conflicto fundamental del escenario político argentino en torno a los sentidos y modalidades adscriptos a la definición de la ciudadanía.
En Buenos Aires la campaña se caracterizó por un nivel de movilización hasta entonces inédito. Puso en juego una lucha simbólica que cada bando presentó como absoluta frente a un adversario construido como una amenaza a los valores y a las libertades republicanas. A su vez, esta intensa competencia se expresó a través de una serie de enfrentamientos violentos orientados hacia la anulación simbólica del rival en las calles de la ciudad.
Este artículo analiza los discursos y las prácticas que los dos radicalismos desplegaron en el espacio urbano de Buenos Aires. Por un lado, cada bando reactivó en sus discursos motivos caros a las tradiciones políticas decimonónicas, pero en una nueva configuración que modificaba sus sentidos. Por otro lado, las acciones violentas que enfrentaron a los radicales en las calles pusieron en evidencia la permanencia de una faceta de la ciudadanía asociada al modelo ofensivo heredado del siglo XIX. El ideal dominante de ciudadanía “civilizada” promovido desde la reforma electoral de 1912 pareció coexistir con otras formas de acción cívica asociadas con el derecho de expresar “virilmente” las convicciones políticas en el espacio público.