El 29 de abril de 1757, al comentar la negativa de los indígenas de la jurisdicción de Actopan a trabajar en las minas de Real del Monte, propiedad del conde de Regla, y el posterior tumulto que sacudió la villa, el virrey de la Nueva España, Agustín de Ahumada, marqués de las Amarillas, enfocó su mirada al conjunto de indígenas otomíes rebeldes para denostar su contumacia y falta de entendimiento a las reales órdenes.1 “Con notable rebeldía se habían opuesto todos, o los más naturales de aquella jurisdicción [a trabajar] conmoviéndose unos a otros de las inmediatas, de modo que habían formado tumulto formal levantando banderas, tocando cajas de guerra y puestos en un cerro muy inmediato a la vista de dicho pueblo de Actopan, amenazaban ruina y destrozo”.2
Para el marqués de las Amarillas, tan terca negativa a laborar en las minas no sólo merecía un castigo...