En vísperas del estallido de la Gran Depresión, el periodista Roberto Hernández, un convencido nacionalista, publicaba en Valparaíso una obra titulada El Roto Chileno. Rendía allí homenaje a lo que estimaba un personaje histórico poco reconocido, pero sobre cuyos hombros se habían edificado buena parte de los éxitos y las grandezas que, a su entender, singularizaban a Chile dentro del contexto continental y mundial. Lejos de ser un baldón, “el calificativo de roto, en su acepción cívica, nos honra altamente”, puesto que a través de él se denotaba “un tipo de cualidades incomparables, generoso y patriota, y cuya actuación a través de la historia es ciertamente un timbre de orgullo nacional”. Justificaban esta valoración rasgos de personalidad como la altivez, la prodigalidad y el espíritu aventurero, así como el titánico esfuerzo desplegado en las diversas obras materiales que habían dado forma, durante el último medio siglo, al progreso del...

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