Abstract
Este artículo tiene por objetivo analizar los cruces entre la medicina legal y el naciente ejercicio de policía científica como un intento del Estado por hacer legible la criminalidad. Para realizar este propósito se analiza el papel que tuvieron la Oficina Central de Investigación Criminal (1911) y la Oficina Central de Medicina Legal de Bogotá (1914) en la historia de Colombia, entre 1886 y 1930. Si bien ambas instituciones han sido abordadas en la historiografía, no han sido investigadas en su conexión. En este texto queda claro que la alianza entre médicos legistas y policía científica –siempre con el deseo de verlo todo– pasa más bien por una zona gris de incertidumbres. En esta medida, la reflexión histórica permite entender cómo las instituciones fabrican, en medio de la incertidumbre, sus discursos y crean un efecto de certeza, de infalibilidad y de convicción, mientras que en las prácticas se oscila entre el desinterés, la impotencia, la duda, la criminalización, la impunidad y, en algunos casos también, el acierto.