Abstract
A lo largo del siglo xx, en el Tercer Mundo, la izquierda que se definía revolucionaria y permanecía en la oposición reivindicó una mejor distribución de la riqueza sin considerar el crecimiento económico ni los incentivos a la productividad. Cuando logró acceder al gobierno, debió enfrentar un dilema: desechar o promover incentivos al uso eficiente de los recursos y, junto con ello, definir si debía priorizar los estímulos morales por sobre los materiales. Así ocurrió con Salvador Allende en 1970. El debate y las acciones que desplegó durante tres años, hasta su caída en 1973, se nutrieron de la experiencia de otros países, tensionando distintas perspectivas sobre el carácter de las transformaciones y las posibles dosis de pragmatismo en la acción. Este artículo indaga los pormenores de esa discusión para el caso chileno, en un contexto de creciente complejidad, tomando como base las declaraciones de variadas vertientes de la izquierda.